En quién y en qué confiar
Ya ha pasado el tiempo suficiente para comprender que la Escuela Europea de Psicoanálisis funciona, y que eso tiene efectos, objetivos y subjetivos. Cada uno de los que estamos directa o indirectamente relacionados con este nuevo significante, sea por propia voluntad o no, puede vislumbrar que eso va a tener consecuencias bien importantes, tanto para la práctica del psicoanálisis, como para el lugar que éste ocupa en nuestra sociedad.
En forma prudente, pero decidida, la Escuela impone su ley. No la norma caprichosa, que no se funda en razón, sino una política explícita desde el principio, y que es también la de las otras Escuelas que hoy forman la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Esta política consiste en tomar la enseñanza de Lacan sin recortes, con todas sus consecuencias, y la principal de ellas es el concepto mismo de Escuela con sus dos pilares: el cartel y el dispositivo del pase, instrumentos que inventó Lacan para hacer avanzar el psicoanálisis un poco más allá del punto en que lo había dejado Freud.
Como dijo J.-A. Miller en la clausura del VII Encuentro Internacional del Campo Freudiano en Caracas, «el Pase, ¡esa es nuestra política!» En efecto, es a partir del pase que una Escuela puede reconocer a «su» analista en tanto producido por un análisis, y elaborar un saber que pueda ser transmisible más allá de los límites de la comunidad analítica. Es a partir del pase, y también del cartel, que una Escuela podrá contrarrestar en su seno los efectos de grupo, inevitables en todo caso. De lo dicho se deduce que el psicoanálisis de Lacan confía más en sus propios medios que en las políticas del amo de tumo. Que su apuesta consiste en que su autoridad y su futuro no dependa —o no dependa en lo esencial— sino del deseo del analista, y de la posibilidad de demostrar lo que el psicoanálisis enseña.
Todo esto tiene su grandeza, ¿por qué no decirlo?, en un momento en que la humanidad trata más bien de encontrar un amo que le cure de su verdad. Además, comporta el riesgo inherente a toda apuesta, y es por eso que la Escuela produce respeto a la vez que entusiasmo.
Pero también la apuesta se apoya en sólidos fundamentos, ya que si el psicoanálisis surgió como una respuesta al discurso de la histeria, que planteaba su pregunta a la ciencia a la vez que denunciaba su impotencia, entonces el discurso analítico representa la posibilidad de un «pase» allí donde para el discurso del amo sólo había «impasse». ¿Por qué no confiar en la estructura entonces?
Desde el mes de enero de 1993, nuestra Sección de Catalunya de la Escuela Europea de Psicoanálisis ha organizado una serie de «Debates de las garantías», en los que hemos tenido la oportunidad de oír a nuestros colegas de la École de la Cause Freudienne acerca de la experiencia del pase en su Escuela. La asistencia masiva a los mismos ha revelado hasta qué punto nuestra comunidad está interesada en sus resultados. Y hemos podido «entrever», como en un instante, que sí es posible saber más sobre el psicoanálisis y sus fines, a partir de ese punto exterior a la cura que es el pase.
Es así que nuestra Escuela, que también se prepara para poner en práctica esta experiencia, ya sabe lo que quiere, aunque no pueda saber de antemano todas las consecuencias de ese deseo. Interrogar lo real, querer saber… ¿Acaso no es ése justamente el punto en que el psicoanálisis se encuentra en serio con la ciencia?
Jorge Sosa